EL PAPEL CELESTE

Hubo un recreo en el que como curso íbamos a vender emparedados gourmet (pancito con chancho y queso) para reunir fondos para…algo, y olvidamos considerar servilletas para entregarlo a nuestros queridos comensales. Como una máxima expresión de la improvisación y la libertad (para no llamarle “estupidez”), conseguimos un rollo de papel higiénico de color celestito y lo usamos para envolver los ricos pancitos :D (solo para aclarar: no era usado, era un rollo nuevo).

Recuerdo las risas de los profesores y alumnos por la solución a la que llegamos, y, sin embargo, el evento fue un éxito de ventas. Tengo escenas en la memoria de compañeros de otros cursos amontonados a la puerta de nuestra sala con pancitos en sus manos, y el dichoso papel higiénico celestito colgando entre sus dedos. Qué maravilla ajajaj.

En un universo paralelo, la gente se indignó y prefirió morir de hambre; Lustavo Gópez, el compañero más fastidioso, hizo un reclamo al SERNAC; y Baplo Pizama, el profesor más estricto, decidió cancelar la venta por no contar con algo tan indispensable como un paquete de servilletas. Menos mal que no existían las redes sociales porque nos habrían funado (para los mayores que estén leyendo, no, fotolog y msn no cuentan). Pero la realidad fue mucho mejor y ese recreo fue un caos en el mejor de los sentidos… mientras nuestro tesorero llenaba la alcancía, hasta algunos profesores se reían de la situación mientras disfrutaban su pancito y se limpiaban con aquel papel celeste.

Embajadores del Rey es un colegio nominalmente cristiano, pero lo bonito, es que el cuerpo docente y muchos alumnos viven sus valores cristianos día a día, lo cual permite un ambiente virtuoso para crecer y aprender. Si pensamos en lo académico, eso es algo que se puede encontrar en cualquier establecimiento y hasta en internet si eres lo suficientemente disciplinado y ordenado para estudiar, incluso los buenos principios se pueden predicar e impartir en muchos lados. Más allá de todo eso, lo que aquellos años de enseñanza media dejaron en mi vida, son los buenos recuerdos, la calidad humana, y la “verdadera” enseñanza de los profesores: predicar con el ejemplo.

No lo habría descubierto de no ser por una conversación que tuve con algunos compañeros donde actualmente trabajo, y es que, a diferencia de ellos mis recuerdos en el colegio son casi en su totalidad experiencias alegres y buenas memorias. Por supuesto que hubo discusiones, decepciones y momentos amargos como en cualquier etapa de la vida, pero estos se convirtieron en un sano aprendizaje para formar el carácter. La cuestión es que, si me haces recordar mi etapa de estudiante, lo primero que me llena la mente son las experiencias como la del confort celestito; muchas risas (unas más políticamente incorrectas que otras) y buenos momentos. Por ejemplo, si un profesor de música descubre potencial o entusiasmo en ti, te hará la vida imposible enseñándote a leer un solo de guitarra en partitura (broma jeje), pero luego vivirás la satisfacción de haberlo logrado y descubrir que eres mejor que antes.

La moraleja es que uno suele buscar un rico pancito para disfrutar, y cuando esperas una servilleta, lo que te trae la vida es un trozo de confort celestito. Y como en el colegio, puedes disfrutar de todos modos y reír por lo que te tocó, o tomarlo con peor ánimo. Y no estoy hablando de pancitos y servilletas ;)

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Gustavo Lopez

Ex-Alumno. Generación 2007

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